martes, 29 de abril de 2008

Buitres gallegos en estado puro

Esta tarde ha sido fructífera en cuanto a aves carroñeras, pero nefasta en lo climatológico.

Desde un alto hemos oteado -Ricardo Hevia y quien escribe- el horizonte lejano. Un grupo de 10-12 buitres leonados rozaban las cumbres, descendiendo en un valle, probablemente escapando del temporal que se les acercaba. Viento y agua a mares, vaya.

Tomamos el coche y recorremos un buen número de kilómetros buscando, intuitivamente, el lugar al que parecían dirigirse las carroñeras. Y con un poco de fortuna los hemos localizado resguardándose en unas repisas.


Bando de Gyps fulvus guareciéndose del viento y la lluvia.

Mientras que los chaparrones no dejaban de sucederse, las aves aprovechaban para colocarse lo más escondidas posible para que el agua no empapase sus plumajes. No salíamos de nuestro asombro al constatar que cuantas más repisas y cuevas mirábamos, más aves localizábamos.


Algunas partes del risco estaban totalmente salpicadas de deyecciones.

No todos los buitres leonados permanecían agrupados, a lo largo de toda la pared podían verse ejemplares, algunos de ellos expuestos totalmente a la intemperie. Después de 2 horas de aguantar aguaceros y vendavales el tiempo nos ha dado una tregua y, al fin, abandonamos el coche.


No es fácil observar grandes grupos de buitres posados en las sierras gallegas.

La mejora climatológica favorece que consigamos obtener tomas próximas de algunas de las aves. En esta fotografía pueden verse mal que bien 8 aves...


La mayoría de las aves son jóvenes, aunque también se pueden ver adultos.

En total nada más y nada menos que 44 ejemplares, todos ellos posados en los cortados, aunque algunos aprovecharon la bonanza climatológica para realizar cortos planeos y sobrevolar el cordal. Otros ejemplares prefirieron, sin embargo, solearse un poco; el plumaje empapado aumenta el peso y no favorece el planeo...

Cerca de medio centenar de buitres leonados, casi nada.


Buitres "gallegos" soleándose.

Y decidimos marcharnos, dejando allí a las carroñeras mientras que nuevas aves arribaban al lugar para, presumiblemente, pasar la noche. En los próximos meses seguiremos las evoluciones de una de las contadísimas buitreras que se forman cada primavera en Galicia.

Hirundínidos

Los hirundínidos son uno de esos grupos de aves que no pasan desapercibidos para los ciudadanos. Por lo general, casi todas las especies son estivales en nuestra tierra, si cabe todavía más veraneantes en este norte del norte que es Cariño.

Aunque una especie -el avión roquero- es residente y no abandona sus cortados ningún mes del año, dentro de las estivales son las golondrinas (Hirundo rustica) aquellas que más tempranamente hacen acto de presencia en la comarca ortegana. Rondando el 12-13 de marzo pueden verse a las anduriñas ocupando sus territorios.

A estas les siguen los ribereños aviones zapadores, muy escasos en Ortegal, y luego llega el receso. Un mes de descanso, hasta que los aviones comunes y los veloces vencejos llenan el aire con sus cantos. Aunque la mayoría de los ciudadanos no los conocen, es bien seguro que su subconsciente relaciona el sonido que estas aves emiten con las tranquilas y soleadas atardecidas estivales.

Anteayer domingo los aviones habían tomado ya sus nidales en nuestra villa, casi un mes más tarde de lo que lo suelen hacer en el sur de la península Ibérica. Para no hacer ascos, 9 vencejos (Apus apus) planeaban ayer sobre los tejados del casco histórico de Ribadeo. Las aves van arribando en ola de sur a norte, como si de un tsunami se tratase.

Durante los próximos meses no sólo llenarán el ambiente con sus chillidos, sino que además sanearán nuestra atmósfera de los molestos insectos. Esta labor, un tanto sórdida, no será nunca valorada en su justa medida.

Pero ya se sabe, tras posibles presas llegarán también sus perseguidores por antonomasia: los alcotanes. En la naturaleza, casi cada vez que un grupo de especies se desplazan en busca de mejores condiciones vitales arrastran a quienes les dan caza.


Las plagas de lemmings son aplacadas por los búhos nivales, los esmerejones vuelan hacia el sur de Europa (España incluida) acechando a las alondras, por no hablar de los búhos campestres (Asio flammeus) que limpian comarcas castellanas como la de Tierra de Campos de los implacables topillos. Los alcotanes no iban a ser menos; el azote de golondrinas y vencejos.

Tener la fortuna de presenciar un lance alcotán-vencejo es uno de los mayores placeres que la naturaleza nos brinda. Hasta 200 Kms/h llegan a alcanzar unos y otros en los vertiginosos picados, ahí es nada. Y la cosa no es fácil para la falcónida, ya que en no pocas ocasiones deben ser los dos integrantes de la pareja quienes traten de dar caza a los escurridizos vencejos. El porcentaje de acierto es escaso, muy escaso.
El retorno a tierras africanas se produce de manera inversa a la llegada. A finales de julio los vencejos -primeros en llegar- desaparecen, y no es hasta bien entrado septiembre cuando aviones y golondrinas se dan las de Villadiego al continente negro.
En definitiva, como por estos lares todavía no tenemos la suerte de disfrutar de las golondrinas dauricas, o los vencejos reales y pálidos, se puede decir que ya estamos al 100% de velocistas de verano.

A disfrutarlos.

viernes, 25 de abril de 2008

Ya están aquí

Pues sí, los buitres leonados ya llegaron -como cada primavera- a Galicia.

Me lo comunica Javi Cantil, que esta mañana ha visto un grupo de nada menos que 19 ejemplares sobrevolando el monte Carracedo, en los límites de los lucenses concellos de Riotorto, A Pastoriza y Mondoñedo.

Un año más se ha abierto la veda de observación de carroñeras en nuestras tierras.

¡¡A por ellas!!

jueves, 24 de abril de 2008

Y más cosas todavía


Parece que esto no tiene fin.

Me advierte -vía telefónica- L.J. Salaverri de que un compañero suyo ha visto esta misma tarde un ejemplar de Elanus caeruleus en la playa de Pantín, Valdoviño (A Coruña).

¿Será el mismo de Ortigueira? ¿será otro?. Por si fuese poco, Ricardo Hevia ha visto casi a un tiempo un fulmar desde Estaca de Bares, Mañón.


Por lo que se ve la racha se prolonga... ¡¡y que siga!!.

miércoles, 23 de abril de 2008

Sigue la racha...


Ya lo decía la canción: “que el ritmo no pare”. Y así parece que está sucediendo. Me explico.

Ayer martes 22/04/2008 nueva visita a puntos de interés de nuestra comarca, Ortegal. Arrancamos Ricardo Hevia y yo camino de la balsa del río Dola, en Espasante, con la intención de probar alguna especie del grupo Porzana. La idea no era mala, el lugar había sido rehabilitado hace unos años, y en vista de la exitosa racha de resultados que últimamente arrastrábamos –y que se había iniciado el día 10 con el avistamiento de un Circus macrourus- apuntamos alto en cuanto a objetivos, ya queríamos especies más complejas de localizar en el campo. Y las polluelas en Galicia lo son, sin duda.

Al llegar, un repaso por los alrededores del humedal nos permiten ver…¡¡nada!!. Y cuando digo nada es nada, ni una gallineta. “Empezamos bien”, me dije.

La alternativa fue poner rumbo a la cercana playa de Morouzos (Meca del aguilucho papialbo dos semanas atrás), pero en esta ocasión para echar un ojo no sólo al sistema dunar, sino también a la remozada laguna de San Martiño. El cielo, encapotado, presagiaba un intenso orballo pero por el momento parecía no atreverse a jarrear. Cuando estábamos abandonando el vehículo se unen a nosotros David Martínez Lago y su alegre cachorra, Crecha.

En la orilla este (E.) del sistema dunar obtenemos como botín 6 ostreros y dos Pluviales squatarola, además de un considerable encharcamiento de nuestra óptica. El severo cielo ortegano no se anda con tonterías, a pesar de que quien escribe parezca estar empeñado en acabar en una sala hospitalaria con una neumonía. Marchamos a la orilla oeste (W.) del arenal, a las orillas de la lagunilla litoral.

Comentaba Ricardo que los viejos del lugar suelen conocer estos días de llovizna intensa como “golpeiros”, en alusión al “golpe”, o sea, al zorro (Vulpes vulpes). En nuestra caminata de un par de kilómetros hacia San Martiño, David y Crecha nos abandonan, mientras que el agua nos cala más y más de manera lenta pero inquebrantable. Oímos un zampullín chico y una gallineta, pero no vimos más que unas cuantas Hirundo rustica y algún Delichom urbicum. Mal asunto. Y encima había que regresar, empapándonos.

Un rato antes de ver uno de esos maravillosos carteles didácticos, en los que se señala que en la laguna –realmente un estrecho sistema de canales- habitan especies como el ánsar común (alucinante, este tema merecería un post exclusivo), David nos llama diciendo que se acaba de encontrar con un raposo. Parece que el día sí es “golpeiro”.

¿Qué hacemos? ¿A dónde vamos con este intenso orballo?. La solución convenida fue dirigirnos a Valdoviño, haciendo escala en el embalse de As Forcadas. Ya se sabe que los habituales ornitólogos de la zona andan estos días de viaje, así que… ¿por qué no echarle un ojo al sitio?. Al pasar por Forcadas la lluvia se acentúa, y sólo acertamos a divisar una hembra adulta de Pandion haliaetus devorando con ansia un pez en las ramas de un eucalipto. Ya sólo nos queda una carta en la manga, la laguna de Valdoviño.

Un tanto cabizbajos llegamos al humedal, con la omnipresente lluvia en nuestras cabezas. “Sólo una águila pescadora”, comentábamos.



Vista de A Frouxeira, con la lluvia sobre la laguna.

Monto el telescopio, mientras Ricardo se lo toma con más paciencia. Lo primero que me llama la atención es un bulto blanco: una espátula. El animal, adulto y con cresta propia del plumaje estival, portaba anilla (ilegible por la distancia) en la tibia derecha. A los pies del ave nadan unos patos que me dispongo a mirar cuando algo llamativo se mueve a la derecha de la Platalea. ¡¡Cigüeñuelas!!. El segundo grupo que veo en menos de cinco días. Primero una, luego otra…

No es que las Himantopus sean algo tremendamente inhabitual en Galicia, pero si son escasas las observaciones, aunque Valdoviño es, en primavera, quizás uno de los mejores puntos para buscarlas.

Ricardo se apura a montar el equipo, parece que nuestra suerte comienza a cambiar. En esas estaba el hombre cuando, a punto de seguir contando las cigüeñuelas, reparo en que en el grupillo de anátidas algo no encaja. Fue una de esas sensaciones que muy de tarde en tarde a uno le sobrevienen: sin mirar directamente a unas aves (en concreto, de reojo) nota que hay algo que no cuadra, que no coincide con el paisaje habitual.

¡¡Anas discors macho!!, digo. Y la cara de mi compañero se debate entre la risa y la incredulidad. Le dejo echar un ojo por el ocular y ya flipamos un poco más, no tanto por la observación en si –que es interesante- sino por la racha que acumulamos en 12 días.



Macho de cerceta aliazul, con cigüeñuela al fondo.

Auténticas rarezas a nivel estatal como el Podylimbus podiceps (relocalizado en Cospeito, véase aquí), Circus macrourus, Cygnus cygnus o Anas discors, a las que sumar otras aves de interés a nivel autonómico como Elanus caeruleus (posible primera observación costera de Galicia), Himantopus himantopus, Ardea purpurea, Anthus richardi, Botaurus stellaris o Aythya nyroca habían pasado por nuestros oculares en menos de dos semanas.

Me entretuve contemplando esta anátida neártica mientras Ricardo contabilizaba un mínimo de 7 cigüeñuelas y un juvenil de Ardea purpurea. Con todo, la lluvia aumentó y hubimos de resguardarnos por espacio de 15 minutos en el coche.



Anas discors acicalándose.

Sobra decir que los teléfonos móviles comenzaron a sonar, con mensajes de lo más variopintos, sobre todo los llegados de lejanas tierras y escritos por los usuales ornitólogos de la zona, ahora ausentes. Alguno calificaba nuestra osadía como “sacrilegio”.

David Martínez Lago arrancó de Ortigueira para tratar de ver el ave, eran las 20:15h. y la falta de luz se le echaba encima. Mientras, nosotros teníamos un nuevo objetivo: el escurridizo Botaurus. Repasando el carrizal de la orilla oeste (W.), sacamos un nuevo zorro, al que los patos no parecían temer. Día golpeiro, día golpeiro. Algo de esto sabían los que inventaron el dicho…

En el agua una hembra de Aythya nyroca –auténtica rareza gallega- se afana en bucear, lo mismo hace un macho de Aythya fuligula. La garza imperial también trata de pescar algo, y las parejas de Anas strepera marcan sus límites territoriales, con contínuas disputas entre machos.



Macho de Ánade friso.

Y es que Valdoviño es uno de los pocos puntos de reproducción anual de esta especie en la península Ibérica. Una de las parejas se confió ante nosotros.


Pareja de Anas strepera en A Frouxeira.

Y con esto llegó David, y la cerceta aliazul había desaparecido. No sabemos como ni de que forma, aunque es probable que se hubiese resguardado en el carrizal. Ya se sabe que se trata de una especie un tanto esquiva. ¡¡Porca miseria!!, que pena me da por el bueno de David. Quizás mañana tenga más suerte.

En fin, que seguimos con la suerte de cara en las escapadas que el trabajo nos permite hacer. Que el ritmo no pare.

Nota: hoy a David sí le sonrió la fortuna. La cerceta aliazul seguía en Valdoviño, así como la espátula y 2 Ardea purpurea (joven y adulto). De las cigüeñuelas ni rastro.

martes, 22 de abril de 2008

Lunes, luego Rinlo

Así es. Parece haberse convertido en un axioma ineludible de este espacio en la red y, por ende, de su gestor. El lunes toca Rinlo, siempre que las circunstancias lo permitan.

Esta semana la rasa ribadense ha estado poco entretenida, para que engañarnos.

La cosa comenzó con un grupillo de 17 Arenaria interpres alimentándose en un prado cercano a la linea costera. Las limícolas se movían en un solo grupo, muy compacto, y con sus libreas ya casi estivales teñían el pasto de un ajedrezado peculiar. Después de comer, descansar...


Arenaria interpres en la costa de Rinlo.

Aunque ciertamente no todas las aves reposaban, sino que las más aseadas se dedicaban a la toilette.


Hora del baño. Incluso las limícolas más marinas aceptan la agua dulce de buen grado.

Dejo a los vuelvepiedras, parando de nuevo unos pocos metros más adelante en la charca artificial que se ha formado en las obras del proyecto de piscifactoria de la zona. El nivel hídrico se ha elevado sensiblemente, las límícolas -cigüeñuelas y archibebes comunes- han desaparecido y solamente un grupillo de 4 machos de Anas platyrhynchos (amén de las omnipresentes gaviotas) animaba la balsa.

Segundos después un bando de 9 Numenius phaeopus sobrevuelan la zona, pero desestiman posarse en ella, aterrizando en las rocas costeras.

Me aproximo poco a poco a Meirengos. El cielo no augura nada bueno a corto plazo, así que intuyo que la visita se abortará en breve. Sobre un cable sobresalen dos siluetas, la primera esta:


Emberiza calandra. Uno de los -al menos- dos machos cantores de Triguero presentes en el área Rinlo-Meirengos.

La segunda de las figuras sobre el alambre es la ya abundante Motacilla flava, subespecie M.f.iberiae. Los reclamos de esta especie son tan conspicuos como la librea de las aves.


Lavandera boyera (subespecie ibérica) en Meirengos.

Las primeras gotas caen sobre el limpiaparabrisas del coche, los augurios se convierten en realidad. Con los prismáticos repaso las estacas una por una, hasta que me encuentro con dos rapaces, una posada al lado de la otra. La mayor de ellas es un Buteo buteo, mientras que la otra parece un halcón peregrino. Me acerco un poco más para verificarlo y, sí, Falco peregrinus.

El ratonero -prudente como siempre- decide una retirada como salida diplomática, la falcónida ni se inmuta. Se trata de un ave de 2º año calendario, lo que no sé si influiría a tal osadía. Me bajé despacio del coche con el telescopio y la cámara preparados, utilizando el vehículo como parapeto. Asomé lentamente con todo el equipo armado y el ave se dejó.


Falco peregrinus macho de 2º año calendario. Las típicas plumas azuladas comienzan a despuntar en el dorso.

Pude hacerle una larga serie de fotografías, aunque las condiciones de luz y viento no eran las mejores.

Ya no dió la tarde para mucho más. El agua se cebó con la rasa, y los chubascos comenzaron a sucederse sin descanso. Qué le vamos a hacer, no siempre se puede hacer lo que a uno le apetece.

sábado, 19 de abril de 2008

Cigüeñuelas. Punto y seguido

De camino hacia Ribadeo, tenía 45 minutillos para detenerme en Rinlo. Que más voy a decir de este lugar que no haya escrito ya…
El caso es que el desapacible cielo no parecía querer colaborar con la causa ornitológica, los chubascos caían uno tras otro cíclicamente cada cinco minutos, el poderoso viento de componente oeste catapultaba las grandes y frías gotas casi en paralelo al verde pasto. ¿Quién dijo que llovía de arriba a abajo?.

Había quedado con Salaverri para echar un ojo rápido y charlar un poco en la oficina de los ornitólogos: el campo. Perdóneseme el apunte: a veces pienso cuan triste debe ser sentirse ornitólogo y verse encerrado en una jaula de cemento. Tiene que resultar difícil leer lo que se lee a día de hoy en foros, webs o blogs sin poder sentir nada parecido, solamente dejando volar la imaginación. Como ver a los demás comerse un goloso pastel ante nuestras narices mientras el estómago no para de hacernos llegar sus punzantes quejas del hambre acechante.

Inciso hecho, vuelvo a Rinlo. Bajé del coche para repasar la charca que se ha generado en la excavación de lo que iba a ser –esperemos que se haya quedado sólo en una mala pesadilla- una piscifactoría en plena zona Natura 2000. Hay responsables políticos que uno sabe donde tienen la cabeza (no quiero pensar que sean los bolsillos). El socavón, de considerables dimensiones, está ahora lleno de agua después de que este lluvioso abril hubiese hecho bueno el refranero. “En abril aguas mil” dicen. Un buen bando de láridos lavaba su plumaje en el agua dulce, mientras que un nervioso Tringa totanus apuraba las posibilidades de llenar su estómago.

A pesar de contar con un chubasquero, un paraguas y un forro polar en el coche, decidí arriesgar y salir “a pelo”, una costumbre esta muy propia de quien escribe. Craso e imperdonable error, mayor si cabe siendo de la zona y sabiendo como se las gastan las borrascas atlánticas. No habían pasado ni 3 minutos cuando una cortina de lluvia -aderezada con unas ráfagas de aire endiabladas- provocaba que me tuviese que esconder tras un contenedor de obra abandonado en las orillas de la artificial poza.

A un tiempo que me resguardaba aparecen volando por mi derecha un grupillo de limícolas que rápidamente identifiqué a ojo. “¡¡Cigüeñuelas!!”, me dije.



Himantopus himantopus en Rinlo ayer.

No está mal, parece que la racha primaveral continúa. He de decir que minutos antes había recibido un SMS de mi amigo Ricardo Hevia, informando de la presencia de un abejaruco (Merops apiaster) en el valdoviñés embalse de As Forcadas.


Merops apiaster, observado por Ricardo Hevia en As Forcadas. (Foto:R.Hevia)

Evidentemente estas especies no son rarezas, pero en Galicia siempre resultan pequeñas perlas que hacen más ilusión que algunas divagantes. ¿Qué es más impactante en Galicia, observar un alzacola o un paíño de Wilson?, ¿una malvasía o un porrón bola?, ¿un zarcero pálido o un escribano lapón?. Me quedo, en las tres preguntas, con la primera respuesta. Es más, cambiaría 5 o 6 de mis varias observaciones de Larus glaucoides por el Cercotrichas galactotes o la Oxyura leucocephala. Sin dudarlo por un solo instante.

El caso es que 5 Himantopus himantopus aterrizaban en la balsa, llegando en vuelo vacilante y patas a modo de antena trasera.



Cuatro de las cinco cigüeñuelas de Rinlo.

Rápidamente aprecio que hay dos machos y tres hembras, mientras las implacables nubes se toman un respiro. Llega Luís J. Salaverri, sabiendo ya del abejaruco de As Forcadas y habiéndose topado unos centenares de metros más allá con una Motacilla flava flavissima y una pareja de cogujadas comunes. La pareja de cogujadas comunes, habría que decir. Y es que Rinlo es un cajón de satre en el que lo mismo cae una lechuza campestre que una cigüeñula, invernan bisbitas de Richard a la par que se observa una pardela chica en su costa, canta el triguero o la cogujada a la par que una balsa de Puffinus puffinus descansa relajada entre las olas. Sitio peculiar, vaya.

El tiempo se me echaba encima (una constante en mis salidas…) así que sólo pudimos hacer un pequeño paseíllo por una de las pistas, no sin antes darnos cuenta de que no uno, sino dos, eran los archibebes comunes que albergaba la charca. Pateando la zona un par de chaparrones me calaron hasta los huesos –por insensato, vaya- y lo único que sacamos en claro fueron 4 T.totanus más en un terreno arado y con algunos anegamientos.

Cuando regresamos a los coches no tuve otra que secarme como buenamente pude, mientras de reojo seguía con la vista a una cigüeñuela macho que parecía ir un poco por libre.



Macho de Black-winged Stilt, como las llaman los británicos.

Poco le duró su independencia, no tardando en acercarse a la parienta.


Pareja de cigüeñuelas.

Al final, no somos tan diferentes…

Media hora más tarde Luís se encuentra con un tarro blanco y los -todavía residentes- tres Cygnus cygnus en la ría de Foz. Así da gusto.

jueves, 17 de abril de 2008

Humedales


En esta loca primavera llena de excesos y déficits uno sale al campo preparado para todo. Archibebe fino, aguilucho papialbo, elanio y, ahora, escribano pigmeo. Por si fuese poco.

Ayer Pablo Gutiérrez se topó de bruces con uno de estos emberícidos raros, escasos, divagantes.

Esta especie -todavía fresca en mi retina después de la visita holandesa del mes de enero- se dejó caer por las proximidades de A Frouxeira, en la coruñesa localidad de Valdoviño. Para quien no conozca este fabuloso “hot spot”, decir que se trata de la típica laguna litoral gallega, con más peligro que un mono con metralleta. Peligro sobre todo –sirva el ejemplo del escribano- en el paso migratorio prenupcial.

“Valdovo” (como la llaman algunos colegas) es también referencia por la regular invernada del escurridizo Botaurus. Ayer nadie más que Pablo fue quien de ver al Emberiza pusilla, pero eso es lo que hay, el fútbol es así (como suelen decir los entrenadores argentinos mediocres).

Con todo, el lago tenía otros inquilinos que, aunque de menor alcurnia twitchera, no hacían ascos al observador. Véase sino.

Para comenzar, dos hembras de porrón se alisaban el plumaje luego de unas zambullidas; la cosa no pasaría por llamativa si no fuese porque una de ellas era un porrón pardo (Aythya nyroca). Y eso ya son palabras serias en Galicia.
Además, y en la escasísima masa de agua (jamás había visto el lago tan seco) una pareja de Anas clypeata, bastantes Anas strepera, un grupo de zampullines comunes y unas pocas fochas se afanaban a comer. También alguna pareja de ánade real se relajaba.


Pareja de Anas platyrhynchos.

En el fango las limícolas escaseaban, con unos 5 chorlitejos grandes, un par de Calidris alpina y algún que otro Numenius phaeopus. Poca cosa en este sentido.
Sin embargo, en la orilla oeste una preciosa garza imperial adulta daba un empujón a la paupérrima variedad de ardeidas que disfrutamos por estos lares. Aunque a los compañeros del resto del Estado pueda sonarles a risa, siempre es bonito ver una Ardea purpurea aquí. Ya se sabe, cada territorio tiene sus talones de Aquiles.

Más al fondo otra garza imperial adulta. Dos ya es abusar, demasiado.

Los tres que por allí estábamos “Os tres de sempre” -una versión orteganornitológica de los personajes protagonistas de aquella magnífica novela escrita por el maestro Alfonso Daniel Rodríguez Castelao-, David Martínez, Ricardo Hevia y un servidor, decidimos poner rumbo al embalse de As Forcadas. Pensaba Ricardo que allí las garzas imperiales también harían acto de presencia. Y acertó.
Antes un macho de Aythya fuligula, 5 Riparia riparia, unas fochas y 5 Podiceps cristatus se dejaban ver en las aguas abiertas del pantano. Por cierto, los somormujos especialmente dedicados a labores constructoras, ahora que el euribor está por las nubes parece inteligente ponerse a levantar uno mismo los cimientos del cubil…

Decía yo que garza imperial haberla habíala. Para muestra un botón.


Ardea purpurea en As Forcadas.

Después de unos primeros instantes de alerta, el ave se relajó y nos dejó instantáneas de cierta coquetería.


Garza imperial acomodándose el plumaje.

Como puede verse, ejemplar adulto al igual que los de la vecina laguna de Valdoviño o los vistos en calendas anteriores en la ensenada de Ladrido, Ortigueira. Buena entrada primaveral para la especie en el norte de Galicia, quizás la mejor que uno recuerda.


"¿Qué miráis?" parecía decir mientras nos apuntaba con el pico.

Tuvimos todavía un momento para detenernos en Mera, donde nada interesante salió. El grupo se redujo, ya que David nos abandonó rumbo a casa. Todavía tuvimos tiempo Ricardo y yo de ver en el canal principal de la ría de Cariño y Ortigueira un nutrido grupo de limícolas, con entrada muy notoria de Limosa lapponica, Numenius phaeopus y Tringa nebularia.

La última perla del día nos la dejaron 2 archibebes oscuros (Tringa erythropus) que acompañaban a los siempre activos archibebes claros. Así da gusto…

Hoy la cosa fue diferente. Los mismos que finalizábamos la jornada previa nos dejábamos arrastrar por la intuición a la lucense Terra Cha. Finalizada la jornada laboral, ponemos rumbo a las lagunas chairegas. Cospeito es la primera parada obligada.

Llegar y besar el santo, como se suele decir. Un par de repasos a los márgenes y…¡¡zas!!, me quedo alucinando al descubrir un Podylimbus podiceps en plumaje estival completo. No me lo esperaba, la verdad.
Estaba un poco distante el zampullín picogrueso, pero con todo decidí obtener testimonio fotográfico de la escena. Os lo presento:


El americano Podylimbus podiceps con librea estival. Mentón y pico marcados de negro son rasgos identificativos.

Es evidente –y no se me escapa- que las posibilidades de que se trate del mismo ejemplar observado fechas atrás en la arenera de Riocaldo (Begonte, Lugo) son altas.

Después de mirarlo y remirarlo sin señal alguna de timidez por parte del mergullón, seguimos repasando las aguas. Un grupo hirundínidos con 13 aviones zapadores sobrevuelan la laguna, un aguilucho lagunero se posa en la Typha, las gallinetas dedicadas a comer, un par de milanos negros y poco más. De Anas querquedula nada de nada; mal año para ellas, sin duda.

De aquí a los prados de A Espiñeira, donde una de las escasas parejas de avefrías gallegas defendía su descendencia de las oportunistas cornejas.

Continuamos en la Veiga de Pumar, con una hembra (podría ser un juvenil) de Circus cyaneus dándonos la bienvenida. El recuerdo del aguilucho papialbo se cruzó en nuestras mentes, pero era aguilucho pálido; no cabía lugar a la duda. Los trigueros ocupaban el aire con su monótono trino, trigueros por todas partes. Y en esto llegamos a un regadío repleto de cigüeñas, 104 aves para ser exactos. Casi nada.

El camino nos llevó irremisiblemente a Caque, el otro humedal de la comarca. Con un nivel hídrico elevado como nunca, unas pocas fochas, zampullines comunes y ánades reales (con pollos incluidos) se paseaban. Un Troglodytes dio el susto en el carrizal, para animar el cotarro.
La tarde pasaba rápida y el atardecer se nos echaba encima, así que como en ayer convenimos poner el broche en nuestra ría; hoy no hay Tringa erythropus, las limícolas han descendido considerablemente, pero sí sacamos un interesante grupo de 13 charrancitos (Sterna albifrons). Bonita especie para finalizar un Tour de los humedales.

¿Quién da más?.

martes, 15 de abril de 2008

Otra vez Rinlo

Ayer lunes llegué a Foz por la tarde, a eso de las 16:00 h. Allí estaba Javier Cantil, echando un ojo desde Os Fondás. Nada nuevo bajo el sol en la ría… Bueno, sí. Unos animosos grupos de Charadrius hiaticula, Limosa lapponica, Calidris alpina, etc… También un Pluviales squatarola y algún Calidris alba.

Ya nos íbamos hacia Rinlo, cuando viene volando del exterior del intermareal un ejemplar de Pandion haliaetus con un pez entre las garras, posándose en un pino de la orilla este (E). La rapaz desaparece entre las ramas, y nos deja con un palmo de narices.

En fin, menos da una piedra.

Llegamos a Rinlo entre los cantos de los fringílidos y un buen montón de lavanderas boyeras buscando pitanza en un terreno arado, todas ellas de la subespecie Motacilla flava iberiae.

Mi idea –para que ocultarla- era sacar la esquiva Locustella naevia, pero la buscarla no se dejó.

Javi tenía ganas de ver el bisbita de richard, así que lo intentamos en el prado habitual de invernada de la especie. Al rato levantamos un ejemplar, que emite su característico reclamo. La verdad es que me vi sorprendido por la fecha; no albergaba yo demasiadas esperanzas de encontrar algún ave, pero esta primavera loca…

Después de un par de idas y venidas el ave acaba parándose en un tendido eléctrico, donde Javi puede observarla a placer por unos instantes (yo no, el móvil no paraba de sonar…). Pero el caso es que la sorpresa fue en aumento cuando vemos que dos individuos más de esta misma especie de bisbita llegan al cableado. Y esta vez si las disfrutamos con calma.

Unos minutos después optan por echarse al pasto, donde las dejamos tranquilas. En ese mismo herbazal resistían todavía un par de bisbitas comunes, perezosas a la hora de emigrar.

Unos metros más abajo la primera Sylvia communis de la temporada en una mata de Rubus, y al poco otra, y otra... Parece que hubo una entrada fuerte de la especie. Una pareja de collalbas grises rebuscan entre los terrones en busca de insectos, el macho presentando una magnífica librea.

A punto de llegar al coche y de despedirnos oigo un reclamo que no por poco común en ciertas zonas de Galicia es menos característico: el del triguero. Un macho cantor posado en lo alto de una estaca vomita el trino a toda el área. Celoso de su congénere, otro Emberiza calandra asoma desde una mata herbácea para marcar su parcela. Ya son dos. Poco a poco la primavera marca su impronta.

Con grupos de Motacilla flava elevándose de los campos dejamos la cosa para otra ocasión. Ya están aquí los migrantes de segunda oleada ( 2ª generación, como me gusta decirles).

viernes, 11 de abril de 2008

¡¡Mamma mia, Circus macrourus en Galicia!!


Lo de ayer fue de locos. De veras, de locos.

Sentado en la silla de mi estudio mientras acabo de redactar un informe para el trabajo, suena el móvil. Lleva ya tres días cayendo agua sin parar, aunque en este momento en el que el reloj del portátil señala las 17:50 h. el cielo parece querer dar una sincera tregua.

La llamada procede del teléfono de David Martínez, pero en cuanto descuelgo ya caigo en la cuenta de que quien está al otro lado no es el propietario del móvil, sino Ricardo Hevia que, con una voz entrecortada me informa de una manera desordenada –sin duda debido a la emoción del momento- que tanto él como David han observado un Circus macrourus y un Elanus caeruleus en la playa de Morouzos.

No me lo pienso ni un instante. Calzo las botas, agarro el telescopio, y salgo como un cohete hacia Ortigueira. En los 20 minutos que me llevó llegar al lugar donde mis compañeros esperaban no paraba de elucubrar sobre si había citas previas en Galicia del aguilucho papialbo. No hay, no.

Y se cuentan con los dedos de una mano las observaciones de elanio en la provincia de A Coruña y, quizás con un dedo, las citas en la costa de nuestra Galicia.

Llego a la playa de Ortigueira, y allí me esperan mis compañeros y el elanio posado en un pino.


Ejemplar adulto de Elanus caeruleus sobre un pino. (David Mtz.Lago)

Aprovecho para ponerme “al loro” del tema. Parece ser que el Circus había sido localizado por Ricardo volando frente al embarcadero de Ladrido, mientras que David arribaba al lugar. Ambos siguieron a la rapaz en sus vuelos -a considerable distancia- hasta que se posó. Lo observaron con deleite, y finalmente dispararon con el telescopio a 60x y sin adaptador, las tomas que se obtuvieron no fueron lo que se dice buenas. Pero menos da una piedra…

Después el animal arrancó volando hacia el sistema dunar de la playa, hasta donde lo siguieron con los teles mientras el elanio aparecía en el terreno de juego. Increíble.


Vista lejana lateral derecha del Circus macrourus de Ortigueira. A pesar de la distancia se aprecia el llamativo color rojizo del ave así como el contraste entre las secundarias oscuras y las primarias internas claras. (David Mtz. Lago).

Y en esas estábamos, viendo al Elanus –un adulto, por cierto- y a la procura del aguilucho papialbo. Tras andar unos 100 metros ya lo tenía en mi retina…”¡¡ahí, ahí!!”, advertí.

Lo seguimos durante unos instantes, llamando muchísimo la atención sus tonos corporales anaranjados, sus oscuras secundarias, esos bordes interiores claros en las primarias, su vuelo estable (personalmente opino que nada que ver con el aguilucho cenizo), su menor tamaño de obispillo y, de manera muy patente, esa famosa “boa” clara flanqueada de una oscura hacia el cogote.

Desapareció tras unos tojales. Lo buscamos y lo rebuscamos casi una hora, haciendo caso omiso a los cernidos del elanio. “Dentro de dos días nos acordaremos de este elanio y del poco caso que le hemos hecho”, nos decíamos.

Debían rozar las 19:30 hs. cuando Ricardo miraba al elanio mientras hablaba por teléfono y, a la vez, el macrourus se le atravesaba en el visor. Casi a un tiempo lo pillábamos David y yo, siguiéndolo por espacio de unos 300 metros mientras planeaba sobre el campo dunar, desapareciendo tras la arena.


Vista parcial del campo dunar este (E.) de la playa de Morouzos. (J.M.A.Pumar)

No hay dudas. ¡¡Qué primarías, qué secundarías, pedazo boa…!!. Comentábamos la sensación de un ligero menor tamaño que sus congéneres. Nos fuimos a por él, sin éxito.

Motacilla flava, Oenanthe oenanthe, Alauda arvensis marcando territorio, fringílidos…

A las 20:05 h. lo veo de reojo por unos segundos volando bajo sobre un juncal cercano, hasta que vuelve a desaparecer tras una duna. Lo esperamos de nuevo, pero nada. Una lechuza común (a plena luz diurna), un ratonero, un cernícalo vulgar... David me comenta que antes habían visto una hembra de halcón peregrino y un gavilán.

La fiesta de las rapaces, vaya. El primer elanio para la comarca y el primer Circus macrourus para Galicia. No está mal.


¡¡Mamma mia, que día!!.

Última hora: me advierte Pablo Gutiérrez de que esta mañana el aguilucho continuaba en la zona. Así que el que quiera…

jueves, 10 de abril de 2008

Chotacabras egipcio

Enlazo una pequeña crónica -con buenas imágenes- de lo que se supone es la primera observación nacional de chotacabras egipcio (Caprimulgus aegyptius).

El ejemplar fue encontrado exhausto hace aproximadamente un año en Pájara (Fuerteventura) y entregado a los responsables del cabildo insular.

Merece la pena echarle un ojo a esta interesante cita.

En estado de shock

Así es cómo me encuentro, alucinando.

¿Por qué? Seré breve y no explicaré la causa, es suficiente con que pulséis
aquí y lo descubráis por vosotros mismos.

Sólo advertiré de que el post colgado en el interesante blog de Sergio París no trata un tema ornitológico estrictamente, aunque bien pudiese referirse al águila imperial ibérica o el urogallo, por poner un par de ejemplos.

Merece la pena leerlo para indignarnos un poco al conocer a que personajes estamos pagando el salario con nuestros impuestos, ahora que estamos velando armas de cara a la declaración del IRPF.

Alucinante.

sábado, 5 de abril de 2008

Breve: Tringa stagnatilis en Galicia y fotos de Larus glaucoides

Escribo esta escueta nota para informar de que ayer mismo Antonio Sandoval localizó un Tringa stagnatilis en la coruñesa ría do Burgo.

Cita nada desdeñable por estos lares, vive Dios. Dejo el enlace con el blog de Toñete aquí.

También cuelgo un par de fotos obtenidas anteayer jueves 03/04/2008 -y amablemente cedidas- por David Martínez Lago en las que se aprecian los 2 ejemplares de Larus glaucoides presentes en la playa de A Concha, Cariño.


Superposición de las 2 Larus glaucoides presentes en la playa de A Concha. Foto:D.Mtz.Lago.

Y otra vista más cercana...


Obsérvese el desgastado plumaje primaveral propio del 1ºinvierno desgastado. Foto:D.Mtz.Lago

Última hora: Comenta el compañero Xabi Varela que esta misma mañana (05/04/08) el archibebe fino continuaba en el intermareal coruñés. También a eso de las 16:30h. he observado a una de las gaviotas groenladesas posada en el tejado de una nave portuaria en Cariño.

jueves, 3 de abril de 2008

¿Sin glaucoides?. No señor.


¡¡Menudo invierno “polar” que hemos tenido este año en Galicia!!. Desde hace un tiempo he venido comentando esta bonanza con mis buenos amigos Ricardo Hevia y L.J.Salaverri. No menos de 8-9 ejemplares diferentes de Larus glaucoides se han podido observar en la costa gallega durante las pasadas semanas, algo no demasiado usual, máxime si lo comparamos con la paupérrima cantidad de gaviones hiperbóreos registrados.

Y es que, a pesar de lo tibio del invierno, las gaviotas groenlandesas –como gustan de llamarlas ahora- han ido cayendo por goteo en las costas de la cornisa cantábrica y, de soslayo, en parte de la fachada atlántica gallega.

Quien escribe llevaba hasta esta semana un par de ellas encontradas, ambas en la piscifactoría de Xove, en compañía de Salaverri la primera y de la pandilla catalana formada por Rafa Armada, J.L. Copete y Ferrán López la segunda. Ni un movimiento más para intentar otras, y eso que el ave que eligió Cedeira como residencia invernal estaba como quien dice al lado de casa. Pero si no era encontrándola yo mismo no me ponía el tema, para que engañarnos.

Pero en la mente del bueno de Ricardo Hevia rondaba un detalle que lo tenía desconcertado: “está siendo un año buenísimo de polares en Galicia pero, en Cariño, ni las vemos” repetía con cierta frecuencia.

Efectivamente, la playa de A Concha pasaba por una “crisis gaviotil” sin precedentes en tiempos recientes, y los registros de láridos interesantes –bien fuese de esta especie u de otra igualmente apetecible- no llegaban. Lo que convertía al tema en frustrante era, si cabe, las equiparaciones con la temporada anterior. Si ya de por si las comparaciones son odiosas, esta era especialmente hiriente; hay que tener en cuenta que dos L.hyperboreus, una L.glaucoides (2º/3º invierno, para más inri), una L.sabini, varias L.delawarensis de todas las edades y, hasta una Larus smithsonianus, se habían dejado caer por el arenal cariñés en el período 2006-2007. En total la nada desdeñable cifra de 14 especies de láridos...¡¡ y eso porque no nos llegan Larus genei o Larus audouinii !!.

Si nos remontamos todavía más en el tiempo, un año antes, el primer aviso de la notoria caída de Larus atricilla en la península Ibérica también se produjo en nuestra playa. Impresionante.
Y no hace tantos días que Pablo Gutiérrez registró un ejemplar de Larus philadelphia en la cariñesa ensenada de Feás (ver aquí). Pero la playa estaba gafada…

Una de las mecas para los gavioteros de la península pasaba por una crisis sólo comparable a la que Ronaldinho atraviesa en el Barça. Claro que la playa no sale de juerga…

Hasta que días atrás, con vientos de componente N-NW cayó esta…


Larus glaucoides 2º año calendario aparecida hace unas fechas. Foto:R.Hevia.

… y Ricardo respiró hondo.

Ciertamente, los vientos nórdicos de procedencia polar suponen en Cariño un estímulo discriminativo para salir a buscar gaviotas blancas.

Luego de unos días de estancia, “la polar” pareció desaparecer, hasta que anteayer martes David Mtz. Lago, Ricardo y yo la hemos vuelto a encontrar sesteando entre otros láridos, al calor de los suaves rayos primaverales. Y ayer, a nuestra salvadora se sumaba esta otra…


Larus glaucoides 2º año calendario. La segunda en A Concha en pocos días. Foto: R.Hevia.

O sea, dos. Con estos sitios sucede lo que con los buenos equipos de fútbol: cuando parecen medio muertos van y resuelven el partido…¡¡y por goleada!!. La cosa pintaba mal, el invierno se había terminado, pero… Hasta el rabo todo es toro. Y vaya toro.

NOTA: anteayer martes, además de la L.glaucoides, David Mtz. Lago, Ricardo Hevia y yo pudimos ver –entre otras cosas- lo siguiente:

- 3 Larus marinus

- 3 Gavia immer casi estivales (uno, de cine)

- 2 Podiceps auritus nupciales

- 1 presumible hembra de Pandion haliaetus

- 2 Puffinus puffinus nadando frente al puerto.

miércoles, 2 de abril de 2008

Me gusta Rinlo

De semana en semana, siempre que mis quehaceres profesionales me lo permiten, me paso por los más interesantes prados que –todavía- nos quedan en la ya maltrecha rasa costera lucense. Lo que están haciendo las promotoras inmobiliarias en la costa de Barreiros no tiene nombre, y la anuencia (cuando no complicidad) del concello no tiene perdón… Lamentable.

Decía yo antes de este desahogo que, siempre que puedo, me escapo a este mágico lugar, en concreto al amplio mosaico de fincas a caballo de la parroquia de Rinlo y el lugar de Meirengos, con la punta Corveira al frente. Más allá de Ortegal, es mi lugar fetiche, por qué no admitirlo.

Y eso que todavía estoy a la espera de esa megarareza en forma de passeriforme que sé algún día caerá. Al tiempo…

Las prisas no me apremiaban el pasado lunes, así que mi idea era la de patear por espacio de un par de horas las pistas que bordean las fincas, disfrutando de una soleada tarde primaveral que se gustaba a si misma como hacía semanas que no lo hacía. Pronto me di cuenta de que la cosa se presentaba ociosa.

Tras colgar los prismáticos al cuello, montar trípode y telescopio al hombro y, por supuesto, preparar la cámara (por si las moscas) empiezo la caminata, envuelta la atmósfera de un extraño silencio. La explicación a este mutismo y el primer sobresalto tardaron sólo 50 metros en cruzarse –nunca mejor dicho- en mi camino.


Una potente hembra de gavilán y quien escribe nos sorprendimos a lo unísono al toparnos de bruces -a escasos 6-7 metros- mientras el accipítrido se merendaba en el suelo una suerte de Sturnus unicolor o Turdus merula macho que no di a distinguir. La rapaz, que estaba afanada en la pitanza de espaldas a mi, no me oyó llegar y yo, torpe de mi, no reparé en su presencia.

Salió pitando, pero sin saberlo la cosa se le iba a complicar sobremanera; desde una torre eléctrica una pareja de Falco tinnunculus vigilaba su feudo y, a esos sí, yo los había visto. Instintivamente alcé la vista para ver como respondían los cernícalos al intruso, pero por aquel entonces el macho de la falcónida ya caía como un rayo sobre el gavilán que, sin beberlas (que no comerlas) se encontraba en medio de una guerra a la que nadie lo había invitado. La hembra de cernícalo advirtió en la segunda pasada seria, saldada con algunas plumas arrancadas.

La trayectoria del Accipiter nisus tenía como parada y fonda un bosquete de eucaliptos distante unos centenares de metros en el horizonte, con dirección a los cuales ya había señalado el rumbo. Y a la tercera se armó el belén.

La rapaz azul y roja cual culé, con una energía como yo nunca había visto en esta especie, se abalanzó sobre la espalda del gavilán y clavó sus garras en su dorso con inquina. La altura de vuelo de la tripleta (mirlo/estornino, gavilán y cernícalo) descendió casi hasta rozar el verde, una nube de plumas saltaron por lo aires, y con paquete y mochila al lomo aguantó el accipítrido el tipo como buenamente pudo por espacio de unas eternas decenas de metros. Luego el cernícalo dio la guerra por finalizada, una corneja negra llegó tarde a la diversión y, el perjudicado protagonista, fue capaz de alcanzar la foresta -no exento de dificultades- sin desprenderse de la merienda. Impresionante.

Después de semejante escena –de la que en parte me sentía desencadenante- los campos comenzaron a recobrar sus sonidos. Alondras en vuelo suspendido, fringílidos por doquier, acentores encaramados en las zarzas… Primavera, vaya.

En su lugar de siempre tiento a las Bisbitas de Richard, levantando 4 ejemplares, de las que una –muy curiosa- se deja fotografiar a placer.



Anthus richardi. Vigilante ejemplar presente en Rinlo.

Tras unos cortos vuelos sobre mi cabeza acaban por descender a su prado predilecto, donde las dejo en paz.

Giro de 180 º para mirar al mar, donde localizo una balsa de no menos de 66 Puffinus puffinus, acompañadas por alcatraces, gaviotas, etc… De fulmar ni rastro, por supuesto. En la Pena dos Corvos, un Phalacrocorax carbo con su lustroso plumaje estival acompañaba a 7 Phalacrocorax aristotelis, tres de ellos anillados por lo compañeros asturianos en las próximas islas Pantorgas.


Phalacrocorax carbo y joven P.aristotelis, este último anillado como "PX".

Tuve la posibilidad de leer los tubos PVC rojos de dos (un joven “PX” y un adulto “JV”) pero el tercero, soleándose tumbado sobre la roca, no me facilitó la tarea. En los tojales cercanos las persecuciones entre pardillos denotaban el nivel hormonal de los animalillos, alguno como el de abajo, llegando a desafiarme.


Carduelis cannabina macho.

Entre los muros de la antigua cetárea de Rinlo hay una especie que nunca falla, con su aflautado canto y su –ahora- vistosa librea. Siempre en lo alto de rocas y atalayas, los colirrojos tizones son una de esas especies que nos suelen acompañar en los acantilados mientras seguimos aves marinas. A veces su comportamiento me recuerda a un petirrojo de paredes, con la misma curiosidad que el Erithacus, pero con una destreza para desenvolverse entre las rocas nada usual. Si, como alguien dijo una vez, el roquero solitario es el mirlo del pedrero, el Phoenicurus ochruros debe ser una suerte de petirrojo de las grietas.


Phoenicurus ochruros. Sus placas alares están en estas fechas en su máximo esplendor.

Después de un par de horas el reloj marcaba las 18:30 h., así que decidí marcharme hacia la ría de Foz para seguir las evoluciones de los cisnes cantores. El pasado sábado Ricardo Hevia y yo sólo encontramos 4 aves de las 8 presentes días atrás ( véase aquí), y este lunes menguaron ya a tres. Ayer martes ninguno, el calor los ha llamado a irse al norte, a su norte.

Pero mientras marchaba buscando el coche un buen bando de verderones y pardillos decidieron retenerme por unos minutos luciendo los machos sus vistosos colores. No podía perdonar semejante atrevimiento, así que cuelgo este verderón.


Carduelis chloris.

¡¡ Qué bonitos son los fringílidos !!. Y que magnífico sitio para el pajareo son Rinlo y Os Meirengos. Quien sabe cuantas sorpresas nos deparará esta nuestra rasa gallega, a la que deberíamos –de verdad- cuidar un poquito más. Sobre estos prados de Rinlo todavía pende una espada de Damocles en forma de piscifactoría.

No lo permitamos.